Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.
Amén.
Que la paz y el amor de Dios estén con todos ustedes.
Y con tu espíritu.
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Tú, Sumo Sacerdote que has ofrecido un sacrificio de expiación por nuestros pecados entregando tu propia vida:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Tú, Luz del Mundo, que curas nuestra ceguera y haces resplandecer en nosotros la luz de la fe:
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Tú, Fuente del Amor, que enciendes en nosotros la alegría y nos muestras el camino del Reino:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que nos prometes, concédenos amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo ...
Esto dice el Señor a su pueblo, en este Sinaí que es nuestro templo. El mal que haces a los más humildes llega hasta mí y me ofende y me subleva. Deja de hacerlo. Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Tú, Señor, eres mi refugio.
Tú, Señor, eres mi refugio.
Recibir la Palabra es recibir la alegría del Espíritu.
Recibir la Palabra es convertirse a Dios. Pablo se siente orgulloso de su misión y de su comunidad. Nosotros también nos situamos ante Dios y su Palabra para acogerla.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
El corazón del cristiano no puede estar dividido.
Jesús, con sus palabras y su vida, nos dice que en el proyecto de Dios no hay división. Amar a Dios es amar a los hombres y amar a los hombres es amar a Dios. Dos mandamientos pero un solo amor.
Escuchemos la proclamación del evangelio
El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?".
Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo estoy así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Tomen asiento
HOMILÍA
Pasión por Dios y compasión por el ser humano
Cuando olvidan lo esencial, fácilmente se adentran las religiones por caminos de mediocridad piadosa o de casuística moral, que no solo incapacitan para una relación sana con Dios, sino que pueden dañar gravemente a las personas. Ninguna religión escapa a este riesgo.
La escena que se narra en los evangelios tiene como trasfondo una atmósfera religiosa en que sacerdotes y maestros de la ley clasifican cientos de mandatos de la Ley divina en «fáciles» y «difíciles», «graves» y «leves», «pequeños» y «grandes». Casi imposible moverse con un corazón sano en esta red.
La pregunta que plantean a Jesús busca recuperar lo esencial, descubrir el «espíritu perdido»: ¿cuál es el mandato principal?, ¿qué es lo esencial?, ¿dónde está el núcleo de todo? La respuesta de Jesús, como la de Hillel y otros maestros judíos, recoge la fe básica de Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Que nadie piense que, al hablar del amor a Dios, se está hablando de emociones o sentimientos hacia un Ser imaginario, ni de invitaciones a rezos y devociones. «Amar a Dios con todo el corazón» es reconocer humildemente el Misterio último de la vida; orientar confiadamente la existencia de acuerdo con su voluntad: amar a Dios como Padre, que es bueno y nos quiere bien.
Todo esto marca decisivamente la vida, pues significa alabar la existencia desde su raíz; tomar parte en la vida con gratitud; optar siempre por lo bueno y lo bello; vivir con corazón de carne y no de piedra; resistirnos a todo lo que traiciona la voluntad de Dios negando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas.
Por eso el amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos. Así lo recuerda Jesús: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No es posible el amor real a Dios sin escuchar el sufrimiento de sus hijos e hijas. ¿Qué religión sería aquella en la que el hambre de los desnutridos o el exceso de los satisfechos no planteara pregunta ni inquietud alguna a los creyentes? No están descaminados quienes resumen la religión de Jesús como «pasión por Dios y compasión por la humanidad».
Nos ponemos de pie
CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Sí, creo
¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo
¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sí, creo
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo nuestro Señor.
Amén
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos y hermanas, lo único que cuenta es el amor. No creemos en una serie de normas que tenemos que cumplir; sino que creemos en el Amor que es fuente de Vida siempre y en toda circunstancia. Oremos:
El verdadero amor es siempre sin medida.
El verdadero amor es siempre sin medida.
• Que la Iglesia proclame el Amor de Dios al estilo de Jesús: entregándose a todos y en especial a los más pobres; situándose siempre junto a los más desfavorecidos de este mundo.
El verdadero amor es siempre sin medida.
• Que los creyentes tengamos siempre una palabra, y un gesto amable, que suscite vida en toda circunstancia, que regale, amor, ternura, humanidad, paz.
El verdadero amor es siempre sin medida.
• Que optemos responsablemente por vivir la vida en clave de amor: amor que incluye, amor que se entrega, amor que acoge, amor que perdona, amor que regala vida.
El verdadero amor es siempre sin medida.
• Que seamos próximos de quienes nunca se han sentido amados por nadie, que nuestros pasos nos conduzcan hacía lo pequeño, lo sin brillo, lo considerado no productivo ni válido en nuestra sociedad.
El verdadero amor es siempre sin medida.
• Que hagamos, entre todos, posible la paz; que seamos fermento de paz en nuestros contextos personales; que pongamos paz lejos poniendo paz cerca.
El verdadero amor es siempre sin medida.
ORACION POR LAS VOCACIONES
Oh, Jesús,
Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar
con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad,
danos vocaciones,
danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos
según tu corazón. Amén.
Pueden sentarse, ahora iniciamos la:
LITURGIA EUCARÍSTICA
MONICIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe Padre misericordioso, este pan y este vino. Te los presentamos agradecidos porque tu amor los convertirán en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
CANTO DE OFRENDAS
Estrofa 1
En la espera de que vengas, oh Señor,
preparamos esta ofrenda bajo el sol,
bajo el sol que nos anuncia,
la pronta llegada tuya
preparamos nuestro corazón.
Coro
Y recibe, oh Dios, mi vida
que la traigo aquí rendida
y transfórmala en tu amor.
Estrofa 2
Con el trigo, el trajín de una jornada,
con el vino, la alegría y el amor,
toma nuestras esperanzas,
sacrificios de alabanzas
que sean gratos a tu corazón.
Coro
Y recibe, oh Dios, mi vida
que la traigo aquí rendida
y transfórmala en tu amor.
Estrofa 3
En la noche que aún cubre a nuestro mundo,
preparamos esta ofrenda en oración,
con el pan y el vino entrego
Señor, todo lo que tengo,
mi dolor, mi gozo y mi canción.
Coro
Y recibe, oh Dios, mi vida
que la traigo aquí rendida
y transfórmala en tu amor.
A TI, SEÑOR
A ti Señor, levantaré mi alma
A ti Señor, levantaré mi alma
Oh Dios mío en ti confío,
no sea yo avergonzado, no se alegren
de mí mis enemigos.
De los pecados de mi juventud
y de mis rebeliones no te acuerdes más.
Oh Dios mío en ti confío,
no sea yo avergonzado, no se alegren
de mí mis enemigos.
¿Quién es el hombre que teme al Señor?
Él le enseñará el camino a seguir.
Oh Dios mío en ti confío,
no sea yo avergonzado, no se alegren
de mí mis enemigos.
Mira mi aflicción y mi trabajo
y perdóname mis pecados.
Oh Dios mío en ti confío,
no sea yo avergonzado, no se alegren
de mí mis enemigos.
Guarda mi alma y líbrame
no sea yo avergonzado porque en ti confíe
Oh Dios mío en ti confío,
no sea yo avergonzado, no se alegren
de mí mis enemigos.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; Él será para nosotros bebida de salvación.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito. Señor, y limpia mi pecado.
De pie
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, los dones que presentamos a tu majestad, para que lo que hacemos en tu servicio esté siempre ordenado a tu mayor gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios
Es justo y necesario
PREFACIO
PREFACIO: Compasión
Elevamos a Ti, Padre Dios, esta oración de agradecimiento por la maravilla de creación y el don de la vida. Pero reconocemos con pesar que te estamos defraudando. Muchos de nuestros hermanos, no lejos de nosotros, malviven y mueren de hambre y sed.
No querríamos seguir siendo insensibles a tanto dolor, cuando hoy día tenemos a nuestro alcance las vías de compartir el pan que nos das cada día. Sabemos que nuestra única ofrenda posible no es pretender agasajarte con nuestro ridículo incienso sino servir y ayudar a los hermanos más necesitados y como Tú, darnos sin esperar retorno.
Gracias, Padre bueno, porque nos mueves a ser generosos y a compadecernos de los pobres que más nos necesitan. Nos sale del alma bendecir tu nombre.
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Dios y Padre nuestro, gracias por tu hijo Jesús. A la luz de su vida, la religión ha cambiado de sentido. Nos llegó a decir que no es posible amarte a Ti si no queremos y cuidamos a nuestros prójimos. Nos puso magníficos ejemplos que no se olvidan, como el del buen samaritano o el de Epulón y Lázaro. Y nos enseñó que no es mayor a tus ojos quien domina sino quien sirve.
Él mismo no quiso ser servido sino servir, y derivó todo el amor que te tenía en cuidar a los enfermos, consolar a quienes sufrían, dar la dignidad a cuantos la sociedad había marginado. Jesús comprometió su vida con su mensaje de liberación y aceptó una muerte de esclavos como un último servicio.
Por eso te suplicamos, Padre, derrames el poder de tu Santo Espíritu sobre estas ofrendas para que se nos conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de tu hijo Jesucristo Señor nuestro, porque él mismo, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, dio gracias, lo partió y dijo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte. Señor, hasta que vuelvas.
Hemos recordado, Padre santo, la vida y muerte de Jesús. Te agradecemos una vez más su revolucionaria palabra. Convéncenos, Padre, de lo que tantas veces nos dijo: que no es ningún honor ser servidos, que la verdadera satisfacción está en sentirse útiles a otros y que hemos de luchar por la implantación de tu Reino y hacer desaparecer de la Tierra tanta pobreza y miseria.
No nos podemos consentir que mueran tantos hermanos de hambre y sed, en el olvido, ante nuestra indiferencia. Quizás no seamos conscientes de que somos Epulón, los que oprimimos en un mundo, tan global para nosotros como distante y perdido para otros.
Necesitamos tu Espíritu, tu fuerza, para convertirnos de raíz, desde nuestro yo más íntimo, reorientar nuestra vida y ponerla al servicio de los demás.
Ten piedad, Señor, del Papa Francisco, de nuestro Obispo Carlos, sus Obispos auxiliares, presbíteros y diáconos del mundo entero, y de los que, aun llamándose tus siervos, enturbian tu mensaje con vanidades y ansias de poder y bendice a cuantos en tu nombre dedican en silencio su vida a los demás.
Unidos en espíritu a todas las personas sencillas y buenas, recordando a María, la que se llamó esclava del Señor, a san José su esposo, los apóstoles y discípulos, santos y mártires que, a lo largo de la historia, en Jesús, nuestro hermano y Salvador, queremos honrarte, Padre nuestro y serte siempre fieles.
Recibe en tu eterna morada, padre bueno, a nuestros hermanos que murieron, que confiaron en tu infinita misericordia y descansen en tu paz. Amén.
Plegaria Eucaristica I: El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos † dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
[C1] Acuérdate, Señor, de tus hijos y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
[C2] Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
[CP] Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, por aquellos que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo perdonándoles todos sus pecados ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
[CC] Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo; pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Plegaria Eucaristica II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, cantando sin cesar:
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Santo eres en verdad, Padre, fuente de toda santidad; por eso te suplicamos, que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Señor nuestro.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
[C1] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
[C2] Acuérdate también, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste: que contemplando la luz de tu rostro, estén participando en la gloriosa comunión de los santos. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Plegaria Eucaristica III
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
[CP] Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
[CC] Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
[C1] Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y los mártires, san Vicente Ferrer, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
[C2] Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro Obispo Carlos, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica IV
[CC] En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz sobre toda luz. Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás criaturas, aclamamos tu nombre cantando:
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
[CP] Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. Él se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.
Y a fin de que no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el mundo.
[CC] Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna.
Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.
[C1] Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu servidor el Papa Francisco, de nuestro Obispo Carlos, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos.
[C2] Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro. por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica V/a: Dios guía a su Iglesia
[CC] Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos, porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido, a través de un inmenso desierto.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida, para que, a través de este mundo, lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por eso, con los ángeles y los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Estrofa 1
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo,
llenos están, el cielo y la tierra,
de tu gloria, hosanna
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
Estrofa 2
Bendito el que viene
en el nombre del Señor,
hosanna en el cielo,
hosanna.
Coro
Hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo,
hosanna, hosanna,
hosanna en el cielo.
SANTO
Santo, Santo, Santo, El Señor Dios del Universo
el cielo y la tierra están llenos de su gloria.
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo
Hosanna, hosanna, hosanna en lo alto del cielo.
[CP] Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su amor.
Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.
[CC] Te rogamos, pues, Padre todopoderoso, que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él mismo, la víspera de su Pasión, mientras estaba a la mesa con sus discípulos, tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre de bondad, celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación, y proclamamos la obra de tu amor: Cristo, tu Hijo, a través del sufrimiento y de la muerte en Cruz, ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda; es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti. Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos con este mismo Espíritu a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, para que todos nosotros, pueblo de Dios, con nuestros pastores, el Papa Francisco, nuestro Obispo Carlos, con los presbíteros y los diáconos, caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe, y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.
Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste; admítelos a contemplar la luz de tu rostro y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. En comunión con la Virgen María, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, San Vicente Ferrer y todos los santos, te invocamos, Padre, y te glorificamos, Por Cristo, Señor nuestro.
Plegaria Eucaristica V/b:
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
Compartamos un cordial saludo de paz.
CORDERO
Estrofa 1
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo.
ten piedad de nosotros
ten piedad de nosotros.
Estrofa 2
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo.
ten piedad de nosotros
ten piedad de nosotros.
Estrofa 3
Cordero de Dios que quitas
el pecado del mundo.
danos la paz, danos la paz,
danos, danos, danos la paz,
danos, danos, danos la paz.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
Ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
Danos la paz, danos la paz.
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.
MOTIVACIÓN A LA ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Antes de recibir a Jesús Eucaristía, digamos juntos la Antífona de la Comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 19, 6
Nos alegraremos en tu victoria y cantaremos alabanzas en el nombre de nuestro Dios.
Pueden sentarse
CANTO DE COMUNIÓN
Estrofa 1
Una voz clama en el yermo:
"preparad los caminos a Dios",
su verbo proclama su gloria
y aquellos que creen la verán.
Coro
Ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza
ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza.
Estrofa 2
El Espíritu está sobre ti, Jesús,
la Buena Nueva a los pobres traes,
la libertad al cautivo,
la luz a los ciegos das.
Coro
Ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza
ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza.
Estrofa 3
Por nuestra desobediencia
entró el dolor en el mundo,
mas Tú cargando con ella
rescatas a la humanidad.
Coro
Ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza
ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza.
Estrofa 4
Bendito seas, Dios de Israel,
porque eres fiel a tu alianza
y has liberado a tu pueblo
de toda injusticia y temor.
Coro
Ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza
ven Señor de la justicia,
ven Jesús nuestra esperanza.
VEN SEÑOR
Mi Jesús, hoy quiero cantar
Que mi corazón dispuesto está
Tu amor y Tu majestad
En el una cuna encontrarán
Por eso ven, ven Señor,
Ilumina al mundo entero
Con tu paz y amor.
Ven Señor
Enciende otra vez el fuego
De mi corazón.
Ven Señor
Que hoy también yo quiero
Sentir tu calor.
Ven Señor
Que un pesebre encontrarás
En mi corazón.
Entra en mí, otra vez Señor,
como en mi primera comunión
no soy el mejor, pero aquí estoy,
se que tú me quieres tal cual soy.
Por eso ven, ven Señor,
Ilumina al mundo entero
Con tu paz y amor.
Ven Señor
Enciende otra vez el fuego
De mi corazón.
Ven Señor
Que hoy también yo quiero
Sentir tu calor.
Ven Señor
Que un pesebre encontrarás
En mi corazón.
Al cerrar, mis ojos Señor,
te siento muy cerquita de mi,
y al mirar tu rostro mi Dios
yo siempre te veo sonreír.
Por eso ven, ven Señor,
Ilumina al mundo entero
Con tu paz y amor.
Ven Señor
Enciende otra vez el fuego
De mi corazón.
Ven Señor
Que hoy también yo quiero
Sentir tu calor.
Ven Señor
Que un pesebre encontrarás
En mi corazón.
A veces Señor, me niego a Tu amor,
camino sin pensar en ti,
por eso Jesús, te pido perdón,
y me acerco confiado en Tu amor.
Por eso ven, ven Señor,
Ilumina al mundo entero
Con tu paz y amor.
Ven Señor
Enciende otra vez el fuego
De mi corazón.
Ven Señor
Que hoy también yo quiero
Sentir tu calor.
Ven Señor
Que un pesebre encontrarás
En mi corazón.
MONICIÓN A LA ORACIÓN
Después de haber comulgado, unámonos en oración por la misión parroquial.
ORACIÓN POR LA MISIÓN PARROQUIAL
Señor, que la misión
de la Parroquia San Vicente Ferrer
sea una manifestación de compasión y solidaridad hacia los pobres y necesitados,
acercándolos a la presencia amorosa de Dios. Que llegue a los corazones de los alejados, ofreciéndoles un camino
de retorno a la fe y la comunidad.
Que los jóvenes encuentren en esta misión
un espacio de crecimiento espiritual y personal, donde puedan descubrir su vocación
y comprometerse en la construcción
de un mundo mejor.
Que las familias sean fortalecidas en su unidad
y en su papel como cimientos de la sociedad, encontrando en la misión parroquial
un refugio de amor y apoyo en su camino de fe.
Encomendamos esta misión
al amor maternal de la Virgen María,
quien siempre intercede por nosotros
ante su Hijo, Jesús.
Que su ternura y guía nos acompañen
en cada paso de este camino.
Asimismo, confiamos en la intercesión
de San Vicente Ferrer,
patrón de nuestra parroquia,
para que su ejemplo de servicio y su devoción
nos inspiren a llevar a cabo
nuestra misión parroquial
con amor y entrega, para la gloria de Dios
y el bienestar de nuestra comunidad.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
AVISOS PARROQUIALES
El próximo viernes 03 de noviembre tendremos a las 12 del día la Misa de Unción de Enfermos.
El viernes a las 19h tendremos la misa mensual con las religiosas de nuestra comunidad.
Gracias por su cooperación para las misiones
Tómbola.
Pedimos su cooperación con dulces para el Holy Win. Empezaremos a las 19h y terminaremos a las 22h
Quienes deseen compartir las fotos de sus difuntos en nuestra ofrenda, por favor enviarlas al correo miciensvf@gmail.com
De pie
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Señor, produzcan en nosotros todo lo que significan, para que lo que ahora celebramos en figura lo alcancemos en su plena realidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Amén
MOTIVACIÓN A LA SALIDA
Vayamos a compartir nuestro amor con nuestros hermanos
Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
Demos gracias a Dios.
CANTO DE SALIDA
Estrofa 1
Si no soy capaz de dar mi vida por amor.
Si no puedo yo entregarle todo a los demás.
Si al abrir los labios no predico la verdad.
Soy hoja en el viento, nada soy.
Estrofa 2
Si no puedo amar más que a mi pobre corazón.
Si no entiendo en pleno la palabra caridad.
Si cuando he caído no hago nada por cambiar.
Soy grano de arena, nada soy.
Coro
Tú me transformas, Señor, a cada instante,
por ti yo puedo cambiar para salvarme,
dame tu mano y verás dame esperanza,
como la lluvia a la flor tu me haces falta,
sólo con Dios ya lo ves,
tengo un nuevo corazón.
Tú tienes tantas formas de amar.
Tú tienes tantas formas de amar.
UNA ENTRE TODAS
Una entre todas fue la escogida;
fuiste Tú, María, la elegida,
Madre del Señor, Madre del Salvador.
María, llena de gracia y consuelo,
ven a caminar con el pueblo,
nuestra Madre eres Tú.
María, llena de gracia y consuelo,
ven a caminar con el pueblo,
nuestra Madre eres Tú.
María, llena de gracia y consuelo,
ven a caminar con el pueblo,
nuestra Madre eres Tú.
María, llena de gracia y consuelo,
ven a caminar con el pueblo,
nuestra Madre eres Tú.